OPINION

¿Dónde está Nuestra Señora de la Asunción?

Por Pablo Herrero Garisto (*) 
El 11 de junio de 1967, monseñor Jerónimo Podestá celebraba, junto al clero diocesano, la última misa en el viejo templo de la Asunción. En su homilía, expresaba que "rehacer completamente este templo costaría mucho, en un momento en que grandes sectores de nuestra población padecen necesidades. Por lo cual, convendría ahora arreglarlo esperando tiempos mejores". Algunos estudios y opiniones posteriores aconsejaron demolerlo en su totalidad por su precaria estabilidad y el excesivo costo que demandarían las reparaciones necesarias.   
Aún hoy este debate no está saldado. ¿Se podría haber salvado el viejo templo de la Asunción? ¿La única solución posible era, sí o sí, su completa demolición? Lo cierto es que eran otros tiempos donde no existían ni los actuales métodos de conservación ni una clara conciencia social de resguardo de nuestro patrimonio histórico cultural.   
Los cambios eclesiásticos posteriores echaron por tierra con cualquier intención de restauración del viejo templo. Fue así que, el 9 de abril de 1971, se inició la demolición de, tal vez, uno de las edificios más emblemáticos de la vieja Avellaneda.   
La subasta pública de las elementos religiosos de la antigua Catedral, con el objetivo de recaudar fondos para la construcción del nuevo templo, generó sentimientos encontrados entre los feligreses. Para algunos se trató de una irreverencia. "Lo que están haciendo es una profanación a la devoción mariana que profesamos", afirmaba un congregante mariano. Se pagaron 200 mil pesos de la época por el retablo mayor; 30 mil, por el altar de mármol; 8 mil, por los reclinatorios con almohadones; 60 mil, por al altar de la virgen María; 18 mil, por un atril de bronce; y 5.300, por un misal del año 1922. En total se recaudaron 1.500.000 pesos. 
Pero, sin lugar a dudas, lo que más conmoción causó entre varios congregantes marianos, fue la ausencia de la centenaria imagen de Nstra. Señora de la Asunción de la nueva Catedral, inaugurada el 1° de mayo de 1984. Varios de ellos elevaron sus protestas y remitieron cartas al Obispado de Avellaneda para saber la suerte que había corrido la venerable imagen. Incluso la protesta llegó hasta la Nunciatura y el Vaticano mismo. 
La imagen en cuestión fue adquirida en 1866, siendo la primitiva imagen que se veneró en la vieja iglesia de Barracas al Sud, cuando aún no estaba terminada en su totalidad. Es justamente frente a esta sagrada imagen que generaciones de avellanedenses suplicaron y dieron gracias. Es a ella que se entregaron las llaves de la ciudad en el centenario de la Parroquia de la Asunción en 1954. 
Elías Iter vivía con sus padres en la calle San Martín 860. Su madre era una ferviente católica, fe que paso a sus hijos. Así, Elías fue explorador de la Asunción de Avellaneda y en 1932 ingresó en la Cooperación Mariana de Jóvenes. Su fundador había sido el padre Castro y su presidente Don Luis Lanata, devoto de Nstra. Sra. de la Asunción. Iter fue uno de quienes más protestó por la ausencia de la centenaria imagen en la nueva catedral. Denunció públicamente que "los católicos y el pueblo de Avellaneda que veneramos por tantos años a nuestra querida virgen María, tenemos mucha pena y gran dolor, pero la conciencia tranquila. Luché, lucharé y seguiré luchando por nuestra venerada y santísima virgen María de la Asunción, Patrona de Avellaneda. Seguro que la grey católica de la ciudad no perdonó ni perdonará a quienes remataron la catedral, sus imágenes, sus reliquias y el sagrado misal". Así lo dejó plasmado en un sentido poema de su autoría: 
La virgen de Avellaneda
La virgen fue rematada  / la Inmaculada María  / y nuestra feligresía / quedó sin fe y aplastada. 
La decisión fue tomada / por persona o personas  / pero el pueblo las cuestiona / reclamando sin cesar, / que recupere su lugar / nuestra piadosa Patrona.
Venerada y solidaria / llegue como feligrés / para postrarme a tus pies / invocando una plegaria / el potentado, el paria / volcaban su rogativa / tu eras la llama votiva / el poderoso fanal / pues tu aura espiritual / mantenía su fe viva.
Tus congregantes marianos / hoy al Señor necesitan / su caridad solicitan / elevando rostros, manos / por los principios más sanos / que esta gracia se conceda / siendo la fe la gran rueda / gigante y universal / que vuelva a su catedral / la virgen de Avellaneda.
El último rastro que se tiene de la imagen es que estaba en poder de la Liga de Madres de Familia. Según diferentes versiones, la imagen habría sido vendida a una tradicional familia de Avellaneda, que la instaló en la capilla particular de su estancia en la localidad de Monte, provincia de Buenos Aires. Sea cual fuere la suerte que haya corrido la venerable imagen, cientos de avellanedenses no olvidan su maternal mirada, ni las suplicas y ruegos elevados, como así también las gracias recibidas.   
En este nuevo 15 de agosto, para muchos de sus devotos la pregunta continúa teniendo una gran vigencia: ¿Dónde está la sagrada imagen de Nstra. Sra. de la Asunción? ¿Dónde?   
(*) Museólogo, periodista e investigador. pablogaristo@yahoo.com.ar